De la visión a la acción


El fin de semana pasado estuve en un cumpleaños, y me presentaron a una amiga de la cumpleañera. Yo me acordaba de ella, pues la había visto en reuniones anteriores; sin embargo, su saludo fue: “Hola, Claudia, tú no me conoces, pero yo a ti sí, porque te escucho en el podcast”. Tengo que confesar que me puse un poco roja y, al principio, no supe cómo reaccionar, pero la verdad es que ese saludo hizo mi tarde. El jueves anterior, en una reunión en la que un cliente, también otra mujer, me había preguntado por cómo me sentía con el podcast, y una de ustedes me envió un correo contestando el newsletter de la semana pasada diciendo que le encantó. Ahora, ya no solo puedo leerlas en los comentarios, sino que también me las encuentro y podemos conversar, lo que hace que esta comunidad sea cada vez más real y eso me llena de entusiasmo y alegría, pero, sobre todo, de gratitud.

Les había dicho que íbamos a hablar de liderazgo con propósito, pero antes de que entremos de lleno en ese tema, que será seguramente en el próximo episodio, quiero compartirles algunas reflexiones adicionales sobre la visión. Así que hoy quiero que profundicemos en lo que representa tener clara esa visión, pero sobre todo lo que significa vivirla y construirla a diario. Adicionalmente, quiero que entendamos también cómo la creación de una visión expansiva y ambiciosa nos apoya en el fortalecimiento de nuestro equipo de trabajo y el crecimiento del negocio, conectándonos con el liderazgo con propósito.

La visión es la proyección a futuro, una meta de lo que te gustaría llegar a ser o lograr en un tiempo definido. Sin embargo, la vida se vive ahora, en este presente, en la respiración que estás tomando en este momento. Entonces, ¿cómo lograr el balance entre esa mirada hacia las metas futuras, los anhelos y los deseos, sin hipotecar mi vida presente, que finalmente es la única que puedo experimentar?

Para mí, la visión actúa como un mapa de navegación que nos orienta a asumir la realidad del presente con una perspectiva propia, en línea con lo que deseamos vivir ahora y en el futuro.

En el episodio anterior, al compartir el ejercicio que realizo para escribir mi visión, mencioné la importancia de incluir no solo metas materiales, sino también visualizar cómo me siento en ese futuro, cómo estoy experimentando la realidad, qué deseo crear. Porque, así como esa realidad futura la construyo desde ahora, con pequeñas acciones y decisiones diarias, también voy construyendo poco a poco a la mujer capaz de vivir esa realidad, de sentirse de esa manera.

Imagínate que, de manera muy resumida, tu visión a tres años te muestra en una posición de mayor responsabilidad dentro de tu organización, liderando un equipo. Te ves disfrutando unas vacaciones, en un viaje memorable con tu familia, sintiéndote plena, feliz y en paz.

Para llevar esa visión a la acción y comenzar a vivirla, es esencial hacernos preguntas poderosas que orienten nuestras acciones: 

¿Cómo me siento ahora? 

¿Qué me hace sentir plena, feliz y tranquila en este momento de mi vida? 

¿Cómo puedo tener más de eso que me hace sentir así?  

Si te contestas, por ejemplo, que te sientes así cuando llegas a tu casa más temprano para pasar tiempo con tu familia. La pregunta clave sería ¿cuáles son esas pequeñas acciones que te permiten hacerlo con mayor frecuencia? Puede ser que por tu trabajo no todos los días lo logras, pero, supongamos, decides que los jueves, cuando tu hija tiene clase de baile, vas a salir a las 5 en punto para recogerla y poder conversar y compartir con ella en el trayecto a la casa. Esta es una acción pequeña, pero más fácil de mantener que, por ejemplo, decidir salir todos los días a las 5 de la oficina. Y te acerca un paso más a esa visión de disfrutar en familia y sentirte feliz.

Eso no significa que debas dejar de planear y ahorrar para esas vacaciones que has incluido en tu visión. Más bien, indica que la visión te ayuda a tomar decisiones sobre acciones que te permiten empezar a ser ahora la mujer que aspiras a ser en el futuro.

Si ese viaje de la visión no es en familia, digamos que en 3 años quieres tomarte dos meses fuera de tu trabajo para viajar por Bali o estar en la Toscana tomando clases de cocina. Las preguntas que deberías hacerte para movilizarte hacia esa visión podrían ser: ¿Cuánto dinero necesitaré para hacer realidad esta experiencia? ¿Cuál es el plan financiero que debo seguir para acumular ese dinero? Con cifras concretas, podrías, por ejemplo, establecer un plan para pagar deudas que te permita empezar a ahorrar. Si eso que has puesto en tu visión realmente te ilusiona y es expansivo para ti, vas a encontrar la motivación diaria para cumplir ese plan financiero, ajustando tus gastos actuales al esquema de ahorro diseñado.

Al tratarse de una visión ambiciosa y expansiva, te ves a ti misma ocupando ese cargo de mayor responsabilidad que quieres para ti. Este es el momento crucial para preguntarte: ¿Qué habilidades necesito desarrollar para lograrlo? Te animo a que elabores una lista de estas competencias y habilidades. Es probable que tu jefe o alguien de recursos humanos pueda asistirte en comparar tu perfil actual con el requerido para ese puesto. Puede ser que decidas tomar algunas formaciones o buscar un mentor o un coach que te acompañe. Tener claridad sobre lo que quieres y emprender pequeñas acciones que te acerquen a tu meta, fortalecerá tu confianza personal.

Definir y construir una visión clara y ambiciosa va a ayudarte a expandir tu potencial, tomar mejores decisiones y aumentar tu motivación para trabajar en tus metas, mejorando también la confianza en ti misma.

Te repito, pasar de la visión a la acción nos ofrece ese balance perfecto entre tener una idea precisa y clara del futuro que soñamos, y al mismo tiempo vivir y construir esa visión en nuestro presente.

Sin embargo, la vida está en constante movimiento y a pesar de tener una idea positiva del futuro, pueden soplar fuertes vientos que nos sacuden, y ahí es cuando más requerimos un mapa de navegación.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de ir a navegar en un velero. Fueron 3 días con muy buen clima, el sábado navegamos a vela un trayecto con un atardecer bellísimo. Yo había llevado a mi hijo y su novia porque quería que vivieran esa experiencia que me parece mágica. El día que regresábamos a puerto, había vientos realmente fuertes y nos preparamos para un viaje movido. Para hacer corta una historia larga ese día nos pasó de todo, además del viento, tuvimos problemas con el motor, el ancla y una de las velas, un viaje que normalmente es de 4 horas nos tomó más del doble. Pasé por todas las emociones posibles, al principio susto, luego impotencia y cansancio, pero el ejercicio permanente era volver a la calma y la confianza. Todo el tiempo pensaba que esto también formaba parte de la experiencia de navegar, y me repetía mentalmente la frase de William Ward, que hasta ese momento solo había utilizado como una analogía para el manejo del cambio: “El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. El realista ajusta las velas. 

Y sí, tener un mapa de navegación nos da un norte, pero en el proceso de la vida, lo importante es poder reconocer que todo lo que sucede es parte del viaje y aprender a ajustar las velas cuando los vientos nos muevan. 

La pandemia ha sido, en muchos sentidos, una gran maestra en ese sentido. 

Ahora quiero que hablemos un poco sobre la importancia de la visión en el liderazgo de los equipos de trabajo. 

En marzo de 2020, justo en medio de la pandemia, Gallup publicó un estudio titulado "Lo que los Empleados Necesitan de sus Líderes en este Momento". Por supuesto, era un momento de mucha incertidumbre y temor por el futuro. Uno de los hallazgos del estudio es que los empleados necesitan que sus líderes brinden a sus equipos confianza, compasión, estabilidad y esperanza; en mi experiencia, esta necesidad sigue siendo igual de relevante hoy. El otro hallazgo importante del estudio fue que esperan que sus líderes  les ayuden a las personas a entender cómo su trabajo se conecta con la visión a largo plazo y el propósito de la organización, (a lo que yo añadiría también la visión y el propósito del equipo.)

En tiempos de extrema incertidumbre, una visión brinda a las personas una motivación que va más allá de su instinto de supervivencia. Es crucial que, como líderes, estemos en capacidad de crear con nuestro equipo una idea del futuro, de la visión del negocio e inspirar a otros hacia él. La visión y el propósito van de la mano para que el equipo encuentre sentido y propósito en lo que hacen.

En Julio del 2022 tuve la oportunidad de acompañar al equipo de tecnología a cargo de las aplicaciones de marketplace de una compañía de cerveza en México. Este equipo diseña, desarrolla y mantiene actualizadas las distintas aplicaciones que usan los tenderos para poner sus pedidos y asegurar que tienen producto. Cuando estábamos trabajando la definición del propósito del equipo, inicialmente todos sentían que el mayor impacto era mantener actualizadas y funcionando 24x7 las aplicaciones; a medida que fuimos definiendo el why, la razón de ser de lo que hacen, el equipo llegó a la conclusión de que un aspecto importante de su propósito, más allá del estado de las aplicaciones, es ayudar a crecer el negocio del tendero. Este giro en la visión de lo que hacen tuvo un impacto muy alto en el equipo, entendieron que cuando se enfocaban en las aplicaciones, solo miraban los aspectos técnicos de los problemas que se presentaban a diario, pero cuando entendieron que el mayor impacto de su trabajo es el tendero, ganaron visión de negocio, la visión de que lo que hacen tiene un propósito superior. 

Al día siguiente de este ejercicio de definición de propósito, no me vi con ellos porque habían programado trabajo de campo visitando tiendas en distintos lugares de Ciudad de México. Volví a verlos al tercer día del evento, una de las líderes del grupo solicitó compartir su experiencia del día anterior antes de comenzar con las actividades programadas. Esta ejecutiva estaba a cargo de la aplicación que gestiona la asignación de producto a cada orden que llegaba de los tenderos, un proceso crítico dadas las limitaciones de suply chain que estaban afectado a tantas industrias a nivel mundial en ese momento. Ella compartió que, al visitar las tiendas, comprendió que los clientes acuden en busca de cerveza y, durante su visita, también compran otros productos; es decir, la cerveza impulsa significativamente el negocio del tendero. Si el pedido de un tendero no se atiende a tiempo o de forma completa, las ventas de todo su negocio disminuyen, lo que repercute directamente en su capacidad para sostener a su familia.

Para ella, sus KPI ahora tenían otra dimensión, porque tenía claro el impacto de su trabajo en la vida de las personas que se nutren de él. ¿Cómo crees que es ahora su motivación y dedicación en el trabajo? Estoy segura de que esa claridad en la visión y el propósito hace que su trabajo la llene de energía y satisfacciones que antes no podía dimensionar. 

Bien, con este ejemplo que ilustra bastante bien la diferencia que hace para el equipo tener claridad en la visión y el propósito, llegamos al final de este episodio. 

Una vez más, gracias por compartir este espacio de reflexión, aprendizaje y crecimiento conmigo.

Espero que este episodio te haya permitido entender mejor de cómo pasar de la visión personal a la acción, de tal manera que puedas vivir la visión en el presente, mientras construyes ese futuro. Que reconozcas que la vida siempre está en movimiento y que una visión clara te puede ayudar a ajustar las velas cuando los vientos soplen fuerte.

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