Del síndrome del impostor a liderar con autenticidad. 


El Liderazgo es acerca de las relaciones. Primero de la relación que tenemos con nosotras mismas y luego de la relación que somos capaces de establecer con otros para persuadir, movilizar y acompañar. 

El liderazgo es entonces, primero, un acto de consciencia sobre nosotras mismas. Nuestro propio viaje de autoconocimiento, y se ejerce desde quienes somos, más allá de lo que sabemos. Se ejerce desde la capacidad de observar y reconocer nuestras emociones y pensamientos para poder gestionar eso que sentimos, resignificar eso que pensamos, de tal manera que logremos abrimos a mayores posibilidades para nosotras, nuestros equipos, nuestras familias y el negocio.

En ese ejercicio de observación y reconocimiento de nuestras emociones, a menudo aparecen inseguridades y miedos. Hoy quiero que conversemos sobre uno de los miedos con el que nos encontramos con facilidad, y al que llaman el síndrome del impostor. 

El síndrome del impostor surge cuando no nos sentimos merecedoras de nuestros propios logros y creemos que hemos llegado al lugar en el que estamos por casualidad, no por nuestros méritos o nuestro esfuerzo. Como si creyéramos que el éxito es una consecuencia del azar y no de nuestras acciones. Lo paradójico de esto es que generalmente este síndrome aparece en momentos de nuestra vida en el que hemos logrado grandes metas, ocupar posiciones importantes y destacar. 

Creo que cuando aparece el síndrome del impostor la principal emoción que sentimos es miedo a no poder sostener nuestro propio desarrollo y crecimiento. Justamente como si fuéramos impostores. 

Para mí el miedo es una línea delgada entre la zona de pánico y la zona de aprendizaje y crecimiento. En la zona de pánico todo parece negativo y voy perdiendo la capacidad de ver posibilidades, así que o no actuamos y nos paralizamos, o las acciones están motivadas por el miedo, haciendo que perdamos confianza en nosotras mismas, la credibilidad de los demás y, por lo tanto, oportunidades. En esta zona, se hace difícil sostener el disfrute del éxito y el desarrollo de mayores logros.

En la zona de aprendizaje y crecimiento el miedo se convierte en un gran motivador.  Cuando tengo la capacidad de pausar y observarme, de eso se trata la consciencia, puedo reconocer lo que estoy sintiendo, así que la primera condición para convertir el miedo en motivación es reconocerlo, aceptarlo, sentir esa vulnerabilidad de no tener claridad de cómo llegue aquí, a este momento de mi vida, ni que sigue. Una vez que puedo reconocer la emoción, también me separo de ella. Esto es lo que estoy sintiendo ahora, pero este miedo o inseguridad no define quien soy. Como te he contado antes, a mi en lo personal, me sirve mucho escribir sobre mis emociones, hago ejercicios de escritura libre, donde voy vaciando el miedo al escribir sin ningún filtro sobre todo lo que está pasando en mi vida en ese momento, sobre las emociones y demás. Cuando puedo bajar la carga de la emoción, es más fácil pasar a la acción. 

Pero cuando me he enfrentado al síndrome del impostor hay dos acciones que me han funcionado para recuperar la confianza y transitar el miedo:

La primera es un ejercicio práctico que me parece muy útil, también en el trabajo de autoconocimiento, y es el de hacer una lista de los momentos crisol, situaciones o eventos que fueron puntos de inflexión en tu vida profesional y como líder, momentos de crecimiento que transformaron tu visión de ti misma y que de alguna manera cambiaron el curso de los hechos que te han traído hasta aquí. Pueden haber sido oportunidades, proyectos, una persona que confío en ti y te dio mayor responsabilidad en algún momento.

Este ejercicio te ofrece una oportunidad importante para  reflexionar y explorar algunos de los desafíos que te motivaron a aprender, crecer y a asumir tu rol de liderazgo. 

Para mí, por ejemplo, enfrentarme a esta cámara y a estos micrófonos para hacer cada semana un nuevo episodio de Mujer Consciente ha despertado muchas emociones y he atravesado el síndrome del impostor en varios momentos. Sin embargo, repaso los momentos crisoles de estos últimos 4 años, y reconozco el valor de mi experiencia como mujer, como líder y como consultora en temas de liderazgo. El primer momento crisol que le dio un gran giro a mi negocio, pero especialmente a quien soy yo como líder, fue haber terminado una sociedad que tenía y confiado en mí para emprender sola con un nuevo concepto, enfocando todo mi aprendizaje en el liderazgo consciente y con propósito. Esta decisión me permitió fortalecer mi confianza y desarrollar toda mi capacidad creativa. Luego fue la oportunidad de un proyecto de educación en Liderazgo para más de 1,200 personas, esta fue la primera experiencia de un programa virtual y me permitió crear nuevas metodologías y aprender sobre como escalar lo que hago. Un tercer momento crisol fue la posibilidad de tomar el programa de Liderazgo para Mujeres de la Universidad de Oxford y poder compartir con mujeres de distintas partes del mundo, estos temas, de como fortalecernos como líderes, y el último momento crisol fue tener la posibilidad de participar en la creación de un programa de Liderazgo Femenino para una compañía petrolera, en el que estamos impactando a 500 mujeres de la industria y la comunidad.

Al revisar esta lista me doy cuenta de que aunque ninguno de estos momentos me define por sí solo, si representan un camino de valentía, de aprendizaje, de confianza y expansión que me motiva a compartir mi experiencia cada semana.

La lista de tus momentos crisol te dará claridad de cómo has ido construyendo este camino, qué habilidades y competencias tuyas han sido las más útiles, con que recursos has contado.  Este ejercicio le quitará poder a la idea de que tu éxito y tu crecimiento han sido determinados por el azar y pondrá la mirada en tu valor propio.

El segundo ejercicio que me parece muy valioso es la definición de una visión clara de lo que deseas para tu vida en los siguientes 3 o 5 años. Esta visión debe ser detallada, incluir distintos aspectos de tu vida y funcionar como un mapa de navegación para tomar decisiones con mayor confianza y en mayor coherencia con quien eres y lo que quieres para tu vida. En el episodio 3 te hablo en detalle de la importancia de tener una visión clara y lo que debes tener en cuenta para hacerla.

El síndrome del impostor en ocasiones se asocia a los estereotipos de género. Recordemos que las mujeres empezamos a sentirnos líderes cuando nos enfrentamos a las decisiones del mundo laboral, mientras que los hombres se han sentido líderes siempre. Para la mujer es más difícil en el ámbito laboral crear credibilidad y autoridad, sin parecer muy débiles o muy fuertes. A mi juicio, y en mi experiencia, la mejor manera de construir autoridad y credibilidad es siendo auténticas. 

Y volvemos a la consciencia y al autoconocimiento. Warren Bennis, quien fue considerado el Gurú del Liderazgo, dijo: “Los líderes no tenemos más con qué trabajar que con nosotros mismos, somos nuestra materia prima. Solo cuando sabemos de qué estamos hechos y qué queremos hacer con eso, empiezan nuestras vidas”.

La autenticidad surge del ejercicio permanente de conocernos a nosotras mismas, de reconocer lo que me gusta de mí, lo que valoro en mí, lo que me define como persona, mis valores, intereses, fortalezas y habilidades. 

Y también  de reconocer y aceptar aquello que no me gusta, lo que me incomoda, y me genera dificultades conmigo misma, en mis relaciones, en lograr mis metas. Pero no aceptarlos desde la resignación, no se trata de decir, así soy, no hay nada que pueda hacer. Si no al contario, aceptarlo abrazando nuestra vulnerabilidad. Como abrazamos a nuestros hijos cuando no fueron elegidos para el equipo de futbol del colegio porque no son buenos jugando futbol.  Con ese mismo amor y aceptación. 

Fíjate que cuando se trata de la vulnerabilidad de otros podemos ser bastante más compasivas, nuestros hijos tienen nuestro amor incondicional y aceptación, independientemente de si son buenos para algo o no. No queremos menos a nuestra mejor amiga, o a nuestra hermana si no le dan el empleo al que aplicó, o si el lanzamiento de su nuevo proyecto no salió como esperaba.

Cuando nos aceptamos con compasión y amor, podemos nutrirnos para gestionar eso que no nos gusta y aprovechar el proceso para construir confianza en nosotras mismas.

Y este es el segundo gran elemento de la autenticidad, el primero es el autoconocimiento y la consciencia, el segundo es la confianza en nosotras mismas y fortalecerla es un ejercicio permanente. 

En mi experiencia ese ejercicio tiene varios frentes, a mí me da confianza aprender, me motiva e ilusiona sentir que estoy nutriendo todo el tiempo mi conocimiento sobre los temas de mi trabajo, así que leo mucho, escucho podcasts, comparto con hombres y mujeres que admiro y siento que me pueden contribuir con su experiencia. Pero, así como invierto mucho en mi educación, también invierto en terapia, en retiros con mujeres, en espacios como mis clases de yoga y tiempo para meditar. Todas estas herramientas, en distintos momentos, me ayudan a cerrar la brecha entre eso que no me gusta de mí, y la mujer en la que me quiero convertir.

Te pongo mi historia reciente como ejemplo del trabajo de construir autoconfianza. Hace un año, decidí que era el momento de escalar mi negocio y entendí que debía crear un modelo distinto. Mi negocio tradicional está en el mercado empresarial, y ahí atiendo grandes corporaciones en distintos países, pero para escalar quiero ir al mercado individ y trabajar con mujeres ejecutivas interesadas en fortalecer su liderazgo en mayor coherencia con su esencia femenina. La esencia del negocio sigue siendo educación y consultoría en temas de cultura y liderazgo consciente, pero la audiencia es más específica y la llegada al mercado es completamente nueva para mí. Así que en preparación para este gran cambio tomé un programa de 16 semanas con una experta en escalar negocios de educación on line. Y mientras iba aprendiendo y definiendo ese nuevo modelo, me di cuenta de que para poder impactar a más mujeres y escalar mi negocio, necesitaba poner mi voz de manera más pública y auténtica. Que ese era el camino para construir credibilidad y autoridad. 

Esta idea despertó en mí una narrativa interna de miedos e inseguridades, que se manifestaron de muchas maneras, por ejemplo, tuve una tos seca por más de 4 meses, sin que los médicos entendieran la causa, mi garganta se irritó con solo la idea de elevar mi voz. Así que mientras iba preparando el plan de negocio y el lanzamiento de nuevos talleres, he tenido que trabajar mucho en mí, para fortalecer mi confianza y pararme en un lugar interno más seguro y auténtico. He aprendido a ser muy compasiva conmigo, y muy responsable, es decir, he decidido aceptar mis emociones, el síndrome del impostor, y todas las inseguridades sin darme tanto palo. Aceptándolas y transitándolas poco a poco. No lo he hecho sola, me he acompañado de amigas cercanas que me escuchan y que son tribu, de terapia, y he usado herramientas que me han ayudado a transitar y movilizar los miedos para convertirlos en coraje, y lo más importante estoy enfocándome en avanzar, al ritmo que voy pudiendo, no siempre es el ritmo que mi mente dice, pero sé que voy avanzando en la ejecución y en mi proceso interno. 

Hoy, que ya este pódcast está al aire, que estoy preparando el lanzamiento del taller de visión y propósito para mayo, aún siento temor, pero el proceso de llegar aquí me ha convertido en una mujer con mucha más confianza, y con más seguridad de mostrarme auténtica, a pesar de mi vulnerabilidad y de que el síndrome del impostor quiera aparecer de tanto en tanto.

Liderar con consciencia es también reconocer en nosotras y en otros, los miedos e inseguridades, hacerlos parte del camino de crecer y aprender, pero sobre todo de tener la compasión de abrazarlos para poder transitarlos y el coraje de actuar a pesar de ellos.

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