Mujer Consciente
No podemos hablar de liderazgo sin hablar de vulnerabilidad; y mucho menos en tiempos de cambios tan acelerados y en tantos frentes como los que estamos viviendo en la humanidad en los últimos 4 años. Al hablar de liderazgo femenino, se hace fundamental empezar a darle a palabra vulnerabilidad un significado más expansivo, que incluya el coraje que se requiere para abrazarla con la voluntad de actuar a pesar ella, de encaminar nuestras acciones hacia los resultados que queremos tanto en nuestra vida personal, como laboral. Te comparto mi definición de líder. Líder no es quien tiene personas a cargo, líder es quien es capaz de hacerse cargo. Primero de sí mismo, de esa elección de quien decide ser frente a las distintas situaciones de su vida, hacerse cargo de lo que siente y piensa, de tal manera que actúe, en coherencia con los resultados que quiere para su vida personal y laboral.
Antes de empezar a profundizar en el tema de liderazgo femenino, hablemos de la diferencia entre Gerencia y Liderazgo. Ambas son formas de autoridad. La gerencia es acerca de la gestión de los recursos para lograr un resultado del negocio. Estos recursos pueden ser personas, pero también procesos y normas. La gerencia tiene que ver con competencias como el pensamiento estratégico para la toma de decisiones. El proceso de gerenciar es más cognitivo. Cuando estás gerenciando sientes que estás con control y puedes saber con mayor certeza si estás en lo correcto.
El Liderazgo es acerca de las relaciones. Primero de la relación que tenemos con nosotras mismas y luego de la relación que somos capaces de establecer con otros para persuadir, movilizar y acompañar los procesos de cambio. Cuando estás liderando hay mucha más incertidumbre, porque al tratarse de relaciones con personas, estás lidiando con emociones, que en su mayoría son desconocidas, aún para quienes las sienten.
En este contexto, el liderazgo es un acto de consciencia sobre nosotras mismas y sobre el otro, es darse cuenta de las motivaciones e intereses, de los temores y aprender a gestionarlos en nosotros para poder acompañar a otros y movilizarlos.
Cada una de estas dos habilidades requieren un set de competencias distintas que hacen parte de la misma cosa, como el cara y sello de la misma moneda. Ambas son fundamentales en el desarrollo de nuestro máximo potencial como personas y como profesionales.
Ahora, todo proceso creativo necesita energía femenina y energía masculina. Si miras a tu alrededor, todo lo que existe fue primero una idea, el lápiz que tienes en la mano, el celular o computador en el que estas escuchando este podcast, la ropa que llevas puesta, el lugar físico en el que estás. Todo se inicia en un pensamiento que es sutil y que va gestándose primero en la mente de quien se la imagina, esta persona, la creadora, la va nutriendo con confianza en lo que esa idea puede llegar a ser, en el impacto que puede tener en la vida de otros y en la suya misma. Entre más fuerte es esa confianza más se nutre la idea y tiene más probabilidad de materializarse. Así se inicia todo proceso creativo con una energía, una fuerza, que crea y gesta, por lo cual la llamamos energía femenina.
Sin embargo, para darle materia a esa idea, es decir, para hacerla realidad, es necesario llevarla a la acción, buscar recursos, otras personas, materiales, y empezar a construirla con determinación y constancia, hasta que esté terminada. Esa energía de acción y determinación, la llamamos energía masculina.
En la naturaleza estás dos energías están presentes en todo. Piensa en el planeta tierra, cuya energía es en esencia femenina, en la tierra se dan los ciclos del agua y el oxígeno que viabilizan la vida de los seres humanos y de las demás especies. Una semilla de mango, ella en sí misma tiene toda la información de lo que puede ser, de todo su potencial, del árbol en el que puede convertirse. Esa semilla es la idea en la mente de su creador. Para que la semilla desarrolle todo este potencial, entra en la tierra en donde en la oscuridad recibe agua y nutrientes, ahí la semilla se toma un tiempo para desarrollar esa información que trae, y cuando esta lista, hará su proceso de eclosión, romperá su cascará para dejar de ser semilla y empezará a germinar una plantulita de mango. Sin embargo, que esta mata germinada crezca requiere de una energía muy potente, que viene del sol y que fecunda ese proceso de crecimiento y el desarrollo de toda la información que trae la semilla. La idea deja de ser idea y se convierte en un proyecto, cuando se organizan los recursos para materializarla.
Voy a darte un ejemplo más práctico, piensa en un proceso de negociación, ya sea de una actividad comercial en donde se trata de vender algo, o en una mesa de trabajo donde se definen los alcances y tiempos de un proyecto, o donde dos partes necesitan establecer bases de cooperación para el desarrollo de una comunidad. Toda negociación se trata siempre de crear entre las personas involucradas el mayor valor para todos, en la primera parte del proceso es muy importante crear lazos de confianza, abrirse a la escucha de las necesidades del otro con empatía. La empatía, la escucha atenta y la confianza son elementos propios de la energía femenina. La otra parte del proceso de negociación es repartir ese valor generado entre las partes, de tal manera que todos queden lo más satisfechos posible, aquí se requiere más energía masculina, tener posturas de firmeza para exponer sus puntos de vista y llegar a acuerdos.
Fíjate que la negociación requiere ambas energías, independientemente de si las personas que participan en ella son todos hombres o todas mujeres. Es decir, lo que quiero que entiendas, es que estas energías o fuerzas, que llamamos femenina y masculina, no dependen del género y están disponibles tanto en hombres como mujeres.
Sin embargo, es muy común asumir que la energía femenina es exclusiva de la mujer y la masculina del hombre. Esto se debe a que desde el punto de vista biológico el rol asignado a la mujer es el de gestar, dar a luz y criar hijos, lo cual está asociado a la energía femenina y el rol asignado al hombre es el de fecundar, apoyar y proteger, un rol asociado a la energía masculina.
¿Cómo se relaciona esto con el Liderazgo Femenino?
El gran reto que se presenta en el liderazgo, tanto para hombres como para mujeres, es reconocer e integrar estas dos energías en los procesos de creación que compartimos con otros en nuestro día a día.
Pero esto no es fácil ni para unos ni para otras. Los seres humanos hemos desarrollado las sociedades en las que vivimos basados en la mirada arquetípica de la mujer como madre, como cuidadora, y del hombre como proveedor, y hemos asumido esos roles en oposición el uno del otro. Sin embargo, desde finales del siglo 18, con la revolución industrial, las mujeres empezamos a buscar oportunidades de crecimiento y desarrollo en espacios que eran exclusivos de los hombres, como en el arte, la academia y el mundo laboral. Lo cual también nos dio acceso al dinero.
En este último siglo hemos logrado que las mujeres seamos reconocidas como ciudadanas con derecho a votar y a ejercer en la política, podamos estudiar en las universidades, participar en competencias deportivas que eran exclusivas para los hombres y que mayor equidad en condiciones laborales.
Todo esto representan avances en la igualdad de oportunidades para ambos géneros, sin embargo, aún hay brechas de género. Los gobiernos y las organizaciones están hoy haciendo grandes esfuerzos para cerrar estas brechas.
Cómo se evidencia esa brecha de género en las organizaciones:
Las mujeres tenemos baja participación en las posiciones de liderazgo. Sin embargo, está ampliamente demostrado que cuando los equipos directivos tienen un número más equitativo de ejecutivos hombres y mujeres, las decisiones que se toman son más asertivas, tienen una mirada más integral de los problemas que resuelven y en general los resultados del negocio mejoran.
En las mesas de trabajo mixtas, la mujer es menos escuchada, así que las mujeres, inconscientemente, adoptamos comportamientos masculinos para mimetizarnos, para hacernos escuchar y encontrar reconocimiento en los entornos laborales. Por ejemplo, en situaciones profesionales en las que las mujeres podemos usar mejor la empatía para escuchar las distintas partes involucradas en un conflicto, no lo hacemos para no parecer débiles.
Los hombres se han sentido líderes siempre, las mujeres empezamos a sentirnos lideres cuando nos enfrentamos a las decisiones del mundo laboral.
Las mujeres participamos en el proceso para una nueva posición si sentimos que cumplimos con al menos el 90% de los requisitos del puesto, un hombre participa si cumple el 50% - Los hombres sienten mucha más confianza en que en el tiempo irán desarrollando las competencias que les hacen falta. Pero en realidad yo los veo como una oportunidad para Reflexionar sobre nosotras mismas, sobre nuestras posturas frente al tema y las acciones de mejora que podemos establecer en nuestro entorno más cercano
Como base para esa reflexión Quiero compartirte un aparte del libro Diosas, Joseph Campbell, en el que el autor propone que ese esfuerzo por crear sociedades más justas e igualitarias debe ser un esfuerzo conjunto de hombres y mujeres.
“Muchas de las dificultades a las que hoy en día se enfrentan las mujeres derivan del hecho de que están adentrándose en un campo de acción que antiguamente estaba reservado a los hombres y para el cual no existen modelos mitológicos femeninos.
.. Se están adentrando en el territorio de la búsqueda individual del logro y de la auto realización para los que no existen modelos femeninos.
… Al desarrollar sus respectivas carreras las mujeres emergen progresivamente como personalidades diferenciadas dejando atrás el viejo acento arquetípico en el rol biológico –si bien sus psiques se hallan todavía constitucionalmente ligadas a este rol”
… el desafío del momento –y hay muchas que lo enfrentan, lo aceptan y tratan de ofrecer una respuesta no a la manera de los hombres, sino de las mujeres- reside en florecer como individuos, no como arquetipos biológicos ni como personalidades que imiten lo masculino." “Y, repito, en nuestra mitología no existen modelos para la búsqueda individual de una mujer. Tampoco hay ningún modelo para un varón casado con una mujer individualizada.
Estamos juntos en esto y podemos resolverlo juntos, no con pasión (que es siempre arquetípica) sino con compasión, velando pacientemente por el crecimiento de unos y de otras”
Creo que este texto explica muy bien el momento histórico en el desarrollo de la humanidad que estamos viviendo, y nuestra responsabilidad como mujeres de hacernos cargo de asumir un liderazgo en el proceso, desarrollando nuestra búsqueda individual del logro y la auto realización, en balance con nuestra psique de querer maternar y cuidar nuestros hogares.
Pero el mensaje más importante es el gran reto de entender que cerrar las brechas de genero no es una competencia entre hombres y mujeres y que este proceso evolutivo de la humanidad debe buscar el crecimiento de todos.
El Liderazgo Femenino implica que utilicemos nuestra energía femenina en balance con la energía masculina, para movilizar y potencializar a otras personas, promoviendo la confianza, compasión y empatía, para construir una cultura diversa e incluyente y una sociedad más equitativa. Esto aplica exactamente igual para el liderazgo ejercido por hombres. Todos los seres humanos somos capaces de sentir compasión y empatía, sin embargo, el constructo social acepta más fácilmente que las mujeres sintamos estas emociones, así que creo que es nuestra responsabilidad asumirlas dentro del liderazgo para poder permear el mundo laboral y aportar en la creación de sociedades más igualitarias.
Se hace necesario repensar nuestro liderazgo para poder ejercerlo desde una conexión más profunda con nuestra esencia femenina, con mayor confianza en nosotras mismas y logrando mayor balance entre la vida personal y laboral, mientras mejoramos el impacto en nuestros equipos y el negocio.
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